Mayo
Fotográfico, la fiesta de la fotografía por excelencia que se celebra este mes
en Xalapa, estará dedicada al legado de los hermanos Mayo, refugiados españoles
de la Guerra Civil española. Javier Ignacio Martínez del Barrio, Consejero
Cultural de la Embajada de España en México, escribe sobre la relevancia de las
imágenes del archivo de los Mayo para la historia de la fotografía mexicana.
Al
cumplirse este año el 75 aniversario de la diáspora hispana tras la guerra
civil procedía hacer memoria de esa página dramática, por una parte, de la
historia española, y feliz, por otra, de la historia mexicana.
La
llegada a México de más de 30 mil refugiados españoles a través de
diversos barcos fletados desde Francia en 1939 –Sinaia, Mexique, Flandre, etc.– y su integración en la sociedad
mexicana, con logros particularmente destacables en el ámbito de las artes y
las letras, obliga en cierto modo a rebobinar la moviola y hacer referencia, en
este caso, a la labor importantísima de la agencia Foto Hermanos Mayo como
notarios de la vida cotidiana mexicana a lo largo de más de medio siglo.
Hablar
de la actividad de los hermanos Francisco, Julio y Cándido Souza Fernández,
naturales de La Coruña, y de los hermanos Faustino y Pablo del Castillo
Cubillo, naturales de Madrid, es hablar de una agencia fotográfica que inicia
su andadura en Madrid (1934), prosigue su actividad en los comienzos del exilio
(1939-1949) y se consolida como agencia de prensa para más de 30 periódicos en
la capital mexicana (1946-1992).
Resultado
de esa actividad en la prensa diaria sobre la Ciudad de México y la de los
estados de la República fue la génesis de un archivo de más de cinco millones
de negativos que se ubica en el Archivo General de la Nación de este país
(1982). Estamos hablando de uno de los pocos acervos fotográficos de México de
la importancia histórica de los archivos de las agencias de Agustín Víctor
Casasola o Díaz, Delgado y García.
El
reconocimiento cultural de la aportación de la obra fotográfica de los Mayo
comenzó con la exposición México. La
década de los cuarenta del Consejo Mexicano de la Fotografía (1981),
curada por Katia Mandoki y Jose Luis Neyra y apoyada con una conferencia del
gran escritor y cronista citadino Carlos Monsiváis. A esa labor se sumaría más
tarde el propio Archivo General de la Nación, que conserva y difunde ese
acervo.
En
España fue el Instituto Valenciano de Arte Moderno (1992) que, a través de una
curaduría del crítico de arte Manuel García, realizaría la primera
retrospectiva de Foto Hermanos Mayo. Estamos hablando, por otra parte, de unos
reporteros gráficos que han merecido los más altos reconocimientos públicos
tanto de México como de España. Entre nosotros vive Julio Souza ‒el último
protagonista de la saga de los Mayo‒, quien a los 97 años aún guarda buena
memoria de su vida en Madrid, de los campos de concentración de Albatera
(Alicante) y de la ciudad de México, por poner sólo unos ejemplos de su
dilatada trayectoria. Pero lo más importante que podríamos destacar en estas
fechas, y con motivo de la exposición de estos fotógrafos españoles en
el Mayo Fotográfico de Xalapa, es que ese proyecto fotográfico pudo
ser realidad gracias a la labor que, como anfitrión ejemplar, realizó el
general Lázaro Cárdenas en el momento histórico del final de la guerra civil
española.
Los
Mayo con Robert Capa, Studio Chauvin de Perpignan y Agustí Centelles, entre
otros, dieron fe de las penurias del pueblo español tras una guerra y el dolor
de la experiencia de unos campos de concentración y el final prometedor de un
país generoso como México que abrió los brazos al exilio en general y a la
diáspora cultural hispana en particular.
Bastaría
con citar el ejemplo de la creación de la Casa de la Cultura Española primero y
el Colegio de México después ‒a iniciativa de Daniel Cossío Villegas luego
ampliada por Alfonso Reyes‒ y la presencia en ambas instituciones de las
mejores inteligencias españolas del primer exilio ‒José Moreno Villa, José
Gaos, Enrique Díez-Canedo, León Felipe, Adolfo Salazar, etc.‒ para entender la
significación profunda de esa página de la historia hispano-mexicana de la que
estamos hablando.
Algo
similar podría decirse de la presencia de esos refugiados en la Universidad
Nacional Autónoma de México que recordó, en su día, el rector José Sarukhán
Kermez y un grupo de profesores mexicanos en el 50 aniversario del exilio
español. Son muchos los artistas, científicos, escritores etc., que desde
España vinieron a México en 1939 y se integraron a la vida económica, social,
familiar, profesional y cultural de este país.
Notarios
de la vida del exilio y de sus protagonistas y de la vida cotidiana de la
capital mexicana y del país en general, fueron los Mayo a través de la labor de
una agencia, ubicada en la Calle Ignacio Mariscal número 39, en el corazón de
esta ciudad, junto al Museo de San Carlos que construyó Manuel Tolsá en el
siglo XVIII y en la colonia San Rafael, de tan importante raigambre
periodística en la capital. Hablar de la obra fotográfica de los Mayo es
hablar, permítanme afirmarlo, del diálogo entre España y México a través de la
imagen de la vida cotidiana de este país. El reencuentro con los Mayo en
el Mayo Fotográfico de Xalapa ‒muy cerca, por cierto, de donde atracó
el vapor Sinaia en junio de
1939‒, que patrocina la Universidad Veracruzana, revive una parte importante
del fotoperiodismo de este país con presencia española. ♦
El
autor es Consejero Cultural de la Embajada de España en México. Agradecemos a
Miguel Fematt, coordinador de Mayo Fotográfico, su generosidad para compartir
con nuestros lectores este artículo y las fotografías de los Hermanos Mayo.
Por Javier Ignacio Martínez del Barrio